DESCUBIERTO
Bárbara Zambrano
La luz de la luna tiñe con brillo las nubes, desde la tierra es difícil de divisar pero cuando vuelas, estas a nivel del cielo, el viento es parte del proceso que te permite avanzar, nada parece inalcanzable, la Luna se hace íntima con tu alma y te permite soñar con muchas posibilidades. La noche o el día, la lluvia o el sol, es parte de la experiencia de volar.
En la primera etapa de mi viaje, se va sintiendo la liberación que tiene todo turista, sabes que nadie te conoce y no te juzgará porque de hacerlo, no importa, no lo verás más. La relevancia es adquirida por un paisaje, la gastronomía, historia o cultura de todo lugar que visitas. Vas coleccionando olores porque cada zona geográfica tiene su propio aroma, cada mar o cada montaña desprende su propia identidad y la puedes registrar apenas cierras los ojos y respiras, llenas tus pulmones para que cada tramo de vida se funcione con tu existir y al exhalar, todo quede contigo.
Tu mirada se llena de colores, unos vivos y otros no tanto, forman ese abanico de cosas nuevas que te exaltan, el corazón palpita de emoción porque no sabes si a la vuelta de la esquina vas a encontrar algo demasiado nuevo, demasiado extraño o demasiado diferente a los parámetros de tu entorno habitual, sabes que te estremecerá y la expectación se vuelve el principal condimento de la narrativa. Para bien o para mal, cada sensación cuenta y la experiencia se queda para siempre tallada en tu memoria, las fotos registran momentos, personas y cosas, pero la mente se queda con la percepción.
Los sabores se difuminan como reiniciando las crónicas culturales de la comida que consumes rutinariamente, cada sabor nuevo, la canela no es un condimento para el dulce, ¡ponle un poco de azúcar al pollo! y la carne tiene tantas presentaciones que la confundes en el desayuno. Texturas, el placer de rozar, la combinación de los sentidos y el registro innato que fabrica la idea de que en otros tiempos, cuerpos o espacio pudiste estar allí y ya no lo recuerdas.
Claro… genéricamente hablando. Se que es un bucle de sensación que se repite y repite tras cada viaje. Soy una amante insatisfecha, cada sitio me brinda la experiencia y el hábito lo arruina, corro a los brazos de otro lugar que me vuelva a excitar con la misma intensidad. Eso eres ahora, mi actual hallazgo.
No te sientas raído, el romanticismo no me lleva a la idealización, valoro tu rareza, celebró tus triunfo, añoro tu historia, extraño tus victorias, disfruto tus virtudes y así voy llenandote de halagos porque soy una turista y no puedo indagar en eso que te hace cruel con el que habita diariamente en el núcleo de tu ser. Solo soy una manceba disfrutando de tu néctar, solo unos días hasta que baje la marea. Tus árboles tienen un color diferente, tu arquitectura es estrambótica e imponente, me seduce el aroma de esencias que viaja en el ambiente y la modernización atenta con destripar cualquier confidencia histórica.
Camino saciada por tus calles, sonriendo porque soy ajena a las quejas que hay de ti, me deslumbras, me aludes y me consumes. Soy una exploradora que examina cada tramo de tu territorio, estoy temporalmente aquí descubriendo quién eres, qué ofreces, donde estas, ¿porque existes?. Me encantó viajar por tus territorios.
