Varios
1 oct 2022
Vas a escribir un poema de amor que no incluya la palabra amor. Puede ser de desamor, claro, pero lo importante acá es que tenga versos y metáforas y te pruebes en estas lides mayores.
SIN TÍTULO
Alejandro Marseglia
Tal vez no a cualquiera le llegue tanto como a mí esta historia, y no es porque de niño fuera a ver las películas del oeste como "Un dólar marcado" o películas chinas de artes marciales en las que el protagonista saltaba varios metros de altura y cuando caía le arrancaba los ojos al malo del filme y los mostraban en la palma de su mano, con el nervio óptico todavía colgando. No, todo eso lo viví y lo reviví cuando leí esta historia, pero no soy de remover tanto las nostalgias, creo que hace años decidí encajonarlas, porque no estaba disfrutando el presente. Y ni creo que el pasado fuera mejor, ni que el futuro no sea prometedor, tampoco es porque sea derrotista o negativo, y es que pienso que, en realidad, nada importa, porque la vida se seguirá manifestando, con o sin nosotros, con más o menos especies sobre el planeta. Atención, no justifico ninguna muestra de agresión, destrucción ni de maldad, sólo que creo que no somos tan importantes en este plano. Por supuesto acepto críticas y me disculpo si a alguien molestan mis palabras.
Pero me fui del tema.
Me emocionó esta historia porque ví en los ojos de mi medio hermanito adolescente (hijo de mi papá con su señora) la misma furia que el autor vió en los ojos de su tío, el mismo enojo, esa ira volcánica a punto siempre de estallar y el odio... el odio que no fue enseñado ni mostrado, sino nacido de la falta de amor, de la no contención y aceptación.
Mi hermanito se ahorcó a los 18 años en el baño del departamento que le alquilé porque no se adaptaba a vivir en la ciudad conmigo y mi familia, lamentablemente no pude encargarme de él sino hasta que falleció mi papá y ya no lo pudo seguir enredando en su embrujo manipulador y narcisista. Pero ya era tarde, me agradecía pero no pudo abrirme su corazón y yo creí que con lo que estaba haciendo era suficiente. Nada hubiera sido tanto como para levantar esas barreras que había bajado ante el dolor del desamor de su padre. Dos años después de la muerte de éste, él se quitó la vida.
Y yo, nosotros, los que quedamos, llevamos (cada uno lo suyo) el deber de vivir y hacerlo un placer, para nosotros y los que nos rodean, porque, aún con nuestras propias frustraciones de niño y los golpes recibidos incluso de adultos, sabemos que a la vida se la honra, por las maravillas que nos regala, por los dones, inmensa cantidad de dones que reconocemos y muchos otros que ni vislumbramos en nuestro propio Ser.
Por eso amigas y amigos escritores, voy a aprovechar este momento para desearles, ya no que todo les sea maravilloso, porque sabemos que así no funciona realmente, sino que todo lo que les llegue a vuestras manos lo puedan transformar en amor, que como buenos alquimistas de la vida sean catalizadores de todos esos sucesos y los transmuten en comprensión, haciendo de este mundo un mejor lugar.
Desde mi rincón, a veces oscuro, haré lo mismo.
MI VIAJE
Luz Jeny Vargas
Transcurre la vida, día a día, sueño a sueño y sus ecos resuenan en mi como huellas y placeres
El recuerdo de cada instante, cada afecto y cada lágrima se aposenta en mi memoria
Aunque no logro vislumbrar sus siluetas del todo luminosas,
Que retozan en mi ser y me marcan como versos echados al futuro.
Pero se que la vida se ha impuesto, sus luchas y sus logros circulan por mis venas
A pesar de las tempestades y las dudas y las despedidas, a pesar del miedo y la zozobra.
La luz se ha mostrado aún tenue, en diversos amaneceres
y la noche ha lucido sus estrellas a pesar de la neblina.
Mi viaje por este mundo que siento profundo, pleno de sentido,
Me ha llevado a lugares sin iguales, a saludos no planeados,
A saberes ancestrales, a experiencias no contadas,
que atesoro en mi alma, habitante de lo infinito y misterioso.
Y ahora que miro el camino, lo andado y lo esperado,
Veo que cada paso no ha sido en vano, que he sufrido y he gozado,
He aprendido, he enseñado, en el perenne baile del encuentro humano.
Dispuesta estoy a avanzar en mi velero, con la certeza del viaje sin rutina,
Con la calma de los años, con la inocencia de mi ser niña
Con las infinitas ganas, el deseo y la renovada energía
Abierta a la vida, expectante a la muerte, ¡y en verdad muy agradecida!
LA NOCHE ROTA
Bárbara Zambrano
Una noche y su sombra, la sombra que me persigue hasta la esencia,
la esencia que se rompe tras la injuria.
La injuria que transforma fragmentos de existencia,
la existencia que se reserva, se silencia.
Se silencia porque el origen se ausenta,
y la ausencia no está porque vive atropellada por el amor.
SOCORRER A LA SANGRE
Bárbara Zambrano
Observó la tempestad en sus ojos, qué se supone que haga?
También llueve en la abertura de su espíritu.
¿podría sortear su destino?
La abstrusa táctica de la vivacidad no dejó más probabilidades que la indiferencia,
no lo hizo por amor, lo hizo por supervivencia.
En las noches lluviosas, rememora cada acto,
ese es el suplicio de su alma inquieta, insana e insatisfecha.
¿Añeja vocación, cuándo nos dejarás desabrigados?
El desasosiego sólo viaja en el tiempo con matices de diferentes estaciones
y la amnistía es un letargo que suplica en silencio.
¿Será perdonada?
La responsabilidad es una apropiación imprecisa cuando eres damnificado,
el pecado lo arrebataste tal como te erradicaron la pureza,
el asaltante subsiste de su contrición y ella vive del recuerdo.
¿Serás capaz de volar lejos?
ARBITRARIEDAD Y PODER
Bárbara Zambrano
Inédito paraje a donde fui a parar,
de gracia con sol y de recelo con luna.
Amarillo que traza el deleite del paisaje
y el negro que resalta su caustico ser.
Te nutres con el llanto de aquellos que te rodean,
llena tus vacíos con nuestra aflicción
y aprovecha que estamos desvalidos
para tomar todo como un leviatán.
¿Qué tan asustado estás de nuestra fortaleza?
Te refugias en el volátil apego de una fémina
y solapas al impúber que escudriña despique con nosotros.
Perpetuo comportamiento que quebranta el precepto de tu postura.
No será perennemente tu idoneidad, goza mientras sea tu estación,
el invierno es pasajero y el verano hace florecer.
Somos el capullo de un jardín que irremediablemente encontró su belleza
en medio de los gusanos.
La tierra conservará tu oscuridad,
la humedad reforzará el frio de tu miserable ser,
pero las flores seguirán bailando en la superficie con el viento,
se guiarán por la luz del sol,
podrán proporcionar néctar a cualquier abeja
y darán sentido a la vida que tu con esmero
buscaste apagar.
PATANEMO
Bárbara Zambrano
Te quiero cuando respiras brisa de bahía,
me protejo en tus manglares reposados en agua apañada
y de tus entrañas salen raíces que entrelazadas
a la matiz de tus atardeceres, se recuesta en la arena
la dulce esperanza de vivir en tus tierras.
Patanemo tierra de ensueños, donde las olas cantan
una melodía de esperanza embriagadora, te inspira a
ser una mejor persona y ese verde que te acoje desde
la montaña hasta la llanura.
El sabor de tus frutos, alimenta mi virtud y sacia las
ganas de despertar la gratitud. Tus sabores a coco y azúcar, el color de tu gente que se mezclan con la noche, los rayos del sol, el sabor del cacao, el pescado y ese esplendor de dulzura humana que se refleja en una sonrisa con celsitud.
Te amo Patanemo y a donde vaya, me llevo tu cielo, tu olor, tu cultura y su folclor. Tus aprendizajes me hicieron crecer, tener bondad y fé. Representa lo que soy, lo que doy, lo que quiero y lo que significa ser un patanemero.
NADA ES
Alejandro Marseglia
El tren de las cinco y cuarto
ya se ha marchado,
llevándose harto
mis sueños del pasado.
Y el presente que camino
solo pasado será,
por eso sé que el destino
también desaparecerá.
Si no existe el pasado
Y el futuro no ha de existir,
¿Quién da por confirmado
que el presente lo he de vivir?
Toda la vida es un sueño,
escribió Calderón de la Barca,
¿Si nadie es su propio dueño?
¿Tampoco existe la parca?
Por Qué lloramos la muerte
si nada de esto es real,
más festejemos la suerte
de que aquí no haya un final.
Y así vamos por la vida
dándole mucha importancia.
Yo me despediré un día
andando con elegancia.
No añoro lo perdido
ni lo que mañana vendrá,
el primero nunca fue mÍo
el segundo jamás lo será.
DESLUCIDEZ
Alejandro Marseglia
Mi instinto solidario, de caridad y empatía comprobadas y confirmadas, me hace acoger, imaginariamente, entre mis brazos, apretar contra mi pecho, a esa figura de niño grande, de viejo empequeñecido que surge trémula de la pintura vívida del cuadro (o es un espejo?), como imágen fantasmal de película hollywoodense de la década del 30.
Un Frankenstein añoso, desgarbado, de venas hinchadas y ojos desorbitados.
Él, ese que lleva el peso de la vida en sus hombros caídos, porque cada pecado cometido fue devuelto a su cuerpo y a su mente como un piedrazo de un pueblo que expía sus miedos arrojando culpas por doquier.
Él, ese que con sus manos ajadas de dedos huesudos sostuvo al amor mismo, sí, al mismísimo amor, y lo besó al infinito.
Él, ese de la imágen del cuadro (me sigo preguntando si es un espejo) de labios secos y agrietados que otrora, frescos, carnosos, se abrieron sedientos de locura pasional, bebiendo del elixir de la vida de su propia fuente, entre dos muslos blancos, tersos, que lo invitaban a ser consumido en su ardor demencial.
Fue locura, fue pasión, pero también fue dicha, fue amor, hasta que ella, su musa, fue quemada por bruja (accidente dijeron) en un rodaje de bajo costo y peor calidad que un incendio voraz, audaz e impetuoso, decidió que era mejor destruirlo todo antes de que un filme tan pedorro vea las butacas desde la pantalla.
Así como el Dorian Gray del retrato de Oscar Wilde, fue enmonstrueciéndose la imágen del cuadro, qué digo, del espejo.
Lo ví día a día caer en la transformación que hoy va a tener su culminación, porque con pena y con rabia decidí acabar con la decrepitud y la fealdad. Tomé un martillo y le desfiguré el rostro sucio, barbado. Le destrocé en añicos su cuello, su pecho, sus brazos, hasta que llegué a ver el martillo en sus manos ensangrentadas y entendí…
Él, ese monstruo del espejo, ese soy yo.
A MI YO AMOR
Alejandro Marseglia
No te muestres apagado
mi bello amor desolado,
cuando bien sé que fuiste
aquél que conmoviste
el florecer de tu amada,
que ahora necesitada
reclama de tu atención,
con la consabida pasión
que pusiste en la cervecería
cuando recién la conocías
y tanto te entusiasmaba
entender cómo pensaba.
Lo que hacía o dejaba de hacer
lo querías comprender,
aún sus más íntimos secretos
guardados bajo concreto,
bajo capas, velos y estratos
de terapias y contratos
con chamanes y con hadas,
y tú te preguntabas
-¿Podré, posiblemente,
al cinismo de su mente
quebrar con dulces palabras
o con caricias espontáneas?
Más ahora que te necesita,
reconoces que la varita
que ablande el caparazón
sólo la encontrará en el perdón,
y aceptando que la vida
sólo luce si es vivida
en la verdad del presente,
ni angustiada ni sufriente.
Y con el corazón en la mano
¡Oh!, reconoce, no es en vano
que tu lugar, amor amado,
es, sencillamente, estar a su lado.
SIN TÍTULO
Alejandro Marseglia
Fui larva y fui gusano,
mariposa en el verano,
blanca raíz escondida,
fui tornado en otra vida.
Los claroscuros aciagos
se atenuaron, delicados.
Me miro al espejo
y frunzo el entrecejo,
el miedo de no ver, sino,
lo que pude haber sido,
paraliza mis sentidos,
pero hay un Ser divino
desplegando sus alas
a cada nueva mañana,
que me susurra al oído
-pena e ira han partido.
Queda algún sueño cohibido
tras el nuevo hombre tranquilo,
mas la belleza en la vida
no me pasa inadvertida,
y la maravilla del amor
la acepto sin temor.
Aprendí a fluir y soltar
lo que quería aferrar,
no tengo más que lo que soy
y lo expreso con lo que doy,
todo el cuerpo y la razón
al servicio del corazón,
aprendí a darme y recibir
a quedarme y a partir.
Hoy el espejo refleja
lo que la vida me deja
un ser humano amoroso
que vive en su mundo hermoso
SIN TÍTULO
Alejandro Marseglia
Creo
En ojos violentos
de palabras mordaces,
en susurros lentos
con gritos voraces.
Creo
En el poder de las manos
y en la inconstancia,
en gestos humanos
y en la intolerancia.
Creo
En el colibrí y su verdad,
su fuerza y languidez,
orgullo y humildad,
coraza o desnudez.
Creo
Si, tan sólo creo
que verte me alcanza,
más el universo entero
conspira en la balanza.
Creo
Que soy agua y soy viento,
montaña y abismo,
y moriré en el intento
de ser todo y yo mismo.
TEXTO AUTOBIOGRÁFICO...POR UN ANIMAL.
Andrés Peña
—¡Oye, humano! ¡Tengo hambre! ¡Quiero más comida! ¡¿No ves que hace rato no como?¡. ¡Para que nos tienen como dizque “hijas” si no me dan la comida que me gusta! ¡Despierta! —Déjalo dormir un poco. El recipiente tiene comida. Lo que pasa es que a ti te gusta una diferente, ese que viene en sobre, y más caro. Bueno, eso le escuché a Andrés. Pobre, trabaja de 7 a 7 y llegas tu a decirle que le sirva más, ten un poco de paciencia también. —¡Que va! Ese es un debilucho, parece un pitillo: largo y flaco. En estos días y con este ventarrón, se va a caer de la bicicleta. —Candela, esos son nuestros padres y mal que bien convivimos con ellos. —¿Convivir? ¿Eso qué significa? —Pues según entiendo es cuando varias personas viven bajo el mismo techo. Eso dijo Andrés el otro día que estaba hablando con Dina. Que lo difícil de estar juntos era la convivencia con el otro, la tolerancia mutua. Imagínate, llevamos los 4 viviendo cuánto tiempo ya, 3 años casi. —¡Uf! Una eternidad, y lo que falta porque estos dos se llevan bien. Eso sí, ojalá no nos cambiemos más de casa. Eso no me gusta para nada. —A mí tampoco pero que podemos hacer. Eso depende del trabajo de ellos. Ahora están un poco más estables. Eso parece. A él lo veo tranquilo. No es un hombre que muestre mucha felicidad, pero se le nota lo bondadoso con los demás, cosa que le falta para él mismo. Dentro de esa falsa tranquilidad percibo una agitación contenida. Lo siento cuando me le acuesto en el pecho y siento su corazón latir. Creo que con mi ronroneo lo apaciguo un poco. También he visto que lee para calmarse y le gusta mucho porque compra libros por doquier. —¡Uy si! ya casi nos saca de la casa de tanto libro. Un día me le orino en la biblioteca para que para esa compradera. Ni que se los leyera todos. —También lo he visto escribiendo. En ocasiones saca un cuaderno negro y un lapicero raro, termina como en una punta filosa, y lo llena con una jeringa, parece valioso. Se sienta antes de dormir a escribir; “ojalá lo hiciera más seguido” lo escuché una vez. “DISCIPLINA” escribió en una hoja, y lo repitió muchas veces, como una plana. —Y ¿Qué es eso? —No sé. Pero tienen que ver con él. Y es muy importante según parece. —¿Tendrá que ver con que a veces llega enojado? Porque lo he visto manotear al aire varias veces; en ocasiones hasta solo. Yo creo que está loco. —Jajaja no creo. Aunque a mí me habla de su vida como si yo se la fuera a resolver. Y hasta pide mi opinión. Yo le contesto pero no me entiende, desde luego. —La otra vez me bañó en lágrimas y terminé mojada mientras rascaba mi hermoso pelaje. Estaba viendo una película en la televisión y cuando menos pensé caía agua en mi espalda, ¡eran las lágrimas de ese llorón!. Me tuve que ir de ahí al balcón para secarme. —Ah, es fue ese día que después se puso los audífonos y comenzó a escuchar algo en el computador. Creo que música. Poque le encanta. Se despierta con música, toda clase de ritmos, y así se mete a la ducha y en ocasiones hasta canta. Bueno, aunque parece es que estuviera hablando nuestro idioma. ¿Así maullamos nosotros?. —Yo como me la paso durmiendo. A veces me le acuesto en la silla y me rasco las garras en su espaldar. ¡Ishh! Llega ese man endiablado a pegarme con el periódico y a gritarme que no haga eso…pero es que es tan placentero. —Pero si nosotros tenemos rascador. Eso te lo mereces. Ojalá te den más duro. Pero que va, eso es puro amague. Candela, ¿Para dónde vas? ¡Vení, dejalo dormir! Ehh esta peladita…
SIN TÍTULO
Mary Loaiza
Yo prefiero los sentimientos
que pueda vivir, los que
me hagan volar a donde
nunca hubiese imaginado,
que me hagan traspasar
fronteras, y al mismo tiempo
que se me cuelen en los
huesos, de esos que duran
lo suficiente para entender
que de esta no salimos ilesos.
SIN TÍTULO
Mary Loaiza
Alguien me dijo un día: ¡tu
piensas como hombre!, a lo
que respondí: "tengo mi mujer
y mi hombre en su punto de
equilibrio y armonía, para saber
a cual de los dos sacar a la luz".
SIN TÍTULO
Piedad Granados
Mis ojos despertaron con ligera dificultad estimulados por un sonido externo que taladraba en mi cabeza fuertemente amplificado.
Me incorporé de un solo golpe aún con la mente en franco trabajo de rescate de recuerdos en una habitación desconocida. Giré la mirada hacia el otro extremo del lecho y encontré solo una fresca flor sobre un pedazo de papel con un beso estampado y una discreta suma de dinero. La sensación de pánico se apoderó del momento mientras recorría con los ojos algún rastro que me empujara a la realidad.
Descubrí con pudor la desnudez de mi cuerpo y observé que aquellos senos que estaban perdieron el color de la juventud, ahora se presentaban bellos y seductores. Mi cuerpo transpiraba de placer. La película comenzó a aclararse. Recuerdo la primera y tal vez la segunda copa con esos personajes sin rostro que sonreían alegremente bajo una estruendosa música de fondo. Luego llegó a mi mente el calor de un cuerpo ajeno, la sutileza de unas manos recorriendo mi piel con una ternura infinita. La dulzura de unos labios que quemaban de pasión entregándose a los míos. Recuerdo la sintonía de una danza que resbalaba entre las sábanas de seda. Recuerdo también el perfume de unos rubios cabellos largos enredándose entre mis dedos inquietos.
Oh Dios! ¿Quién es ese quien que despertó mis instintos carnales y ahora se esfuma sin dejar rastro? ¿Por qué siento que una llama interna me está quemando y no tengo cómo calmarla?
Quiero de nuevo cerrar los ojos y dejarme llevar por ese río de sensaciones aunque sea en sueños. Quiero inmortalizar esos opacos pero sustanciosos recuerdos que me trajeron de nuevo a la vida. No importa si su rostro será siempre invisible. Tal vez descubrí que mi mundo no era tan limitado como yo lo veía. Tal vez eso es lo que me hizo feliz.
SIN TÍTULO
Alejandro Marseglia
Sólo las aves
comprenden tu vuelo,
imposible captarlo
el que va por el suelo.
Eres libre
como la mariposa
que de flor en flor
vuela y reposa.
Yo terreno, sereno,
sólo por verte
me hago viento,
me hago cielo.
Te contengo,
y me habitas,
tú susurras
y me agitas.
DUEÑA DEL DOLOR
Alejandro Marseglia
No te ocultes infructuosa
tras un velo neblinoso,
recobra el canto gozoso
de quien ve la vida hermosa.
Y si te ataca la tristeza
o los miedos te invaden,
no permitas que socaven
tu integridad, tu entereza.
Rompe las corazas, te digo,
no sale a brillar tu alma;
ya deja tu mente en calma
porque puedes contar conmigo.
NUESTRA HISTORIA
Alejandro Marseglia
Un sueño me eleva
en una estela celeste
y blanca de espuma,
quien ha escuchado al mar
arrullando a la luna,
sabe que no hay ninguna
otra cosa de la que puedo hablar,
que sólo he de soñar
con la perla más preciada,
esa que por mí palma entraba,
mis nervios y venas ha inundado
y a mi alma ha inspirado
a escribir mis versos más bellos,
a llorar en noches de insomnio,
a luchar con mis demonios,
y me hizo recordar aquellos
tiempos de la inocencia,
en que no encontraba paciencia
para llegar al momento
en que sabía te encontraría
soñando mi mismo sueño:
el de pertenecernos adolescentes
con ansias, con hambre ardiente,
tal vez lo sueñe otra gente,
pero como mi perla no hay otra,
nació de una ostra rota
en la profundidad abisal,
de un granito de sal
cubierto de capas perladas;
con su varita, las hadas,
le dieron su alma alada
y un bello corazón
con sangre rojo pasión,
y le dieron un mensaje,
que busque a aquel de linaje
de poetas y bardos cantores,
que la amará en sus dolores
alegrías y tristezas,
y admirará la rareza
de su risa con pereza;
con firme determinación
le escribirá una canción
que hable del encuentro
de dos seres perdidos,
desde el infierno venidos
trémulos lo han convertido
en mágico amor eterno.
Esos somos nosotros
los de los corazones rotos
los del sueño compartido
los que somos, los que han sido
desde el alba y para siempre
el uno para el otro.
SIN TÍTULO
Alejandro Marseglia
Creí en tus abrazos,
en creer me obstino,
éramos los pasos
de un mismo destino.
Ofreciste eternidad
de caricias y besos,
absurda nimiedad
de un ser sin rezos.
Busco y rebusco
la causa del ocaso:
¿Por Qué ya no luzco
en mi cuello tu lazo?
Tan sólo la etérea
sonrisa de mi alma
permite que viva
mi despojo en calma.
Por una mujer
de promesas vanas
muero hoy, morí ayer
y moriré mañana.